Esta es una frase
que decimos con muy poca frecuencia a nuestros alumnos en la escuela: “sigue tu
pasión”. Y quizás tanto en la escuela como desde casa deberíamos repetirla más
a menudo.
Muchas veces
nuestra forma de actuar es justamente la contraria poniendo obstáculos y
barreras que impiden a nuestros hijos y alumnos que se dediquen a hacer aquello
que más les gusta, es decir, a seguir su pasión y alcanzar sus sueños.
Esto ocurre en
muchas ocasiones porque nos proyectamos en nuestros hijos y nos gustaría que
hicieran o consiguieran aquello que nosotros no pudimos proyectando sobre ellos
nuestros miedos, frustraciones y deseos incumplidos. Esto es un error que a la
larga tiene consecuencias. Por otro lado tenemos la presión que ejerce nuestro
sistema que reduce el éxito a aquello que tiene que ver con el ámbito
científico y concede muy poco o ningún valor al ámbito artístico. Es normal
escuchar con frecuencia: “¿Cómo vas a
vivir de cantar?”, “¿Y quieres dedicarte a la pintura?”, etc.
Expresiones
que no hacen sino condicionar la manera de actuar del niño que en ocasiones es
capaz de “aparcar” su pasión su “sueño” porque le hacen creer que nunca lo
conseguirá: “lo que tienes que hacer es estudiar una carrera para poder
asegurarte tu futuro”. Y yo me pregunto, ¿qué futuro?, ¿somos capaces de
predecir cuál es el futuro que nos viene? Tengo mis dudas.
Como comenté en un
artículo anterior, el trabajo de la Escuela del siglo XXI debe ir encaminado a
que cada niño descubra su elemento y trabaje con constancia para conseguir sus
sueños con pasión y entusiasmo por lo que hace. Vuelvo a recordar el
ejemplo que apunté en dicho artículo:
“¿Qué hemos hecho para que nuestros hijos
entren en el sistema educativo queriendo ser astronautas y salgan queriendo ser
funcionarios”
Una pregunta que
todos nos deberíamos plantear e intentar dar respuesta tanto desde la escuela
como desde las familias.
Acabo de leer un
libro muy interesante de Derek Sivers que lleva por título el mismo que este
artículo “Sigue tu pasión. Consejos para un nuevo tipo de emprendedor”.
Se
trata de un libro en el que el autor relata en primera persona su historia, la
de un músico que decidió comenzar un pequeño emprendimiento para poder vender
su música de forma independiente y que luego fue ampliando para ayudar a sus
amigos a promocionarse y casi sin darse cuenta se convirtió en el dueño de una
empresa que creció exponencialmente y se convirtió en la gran plataforma de
promoción y venta de música independiente. Te recomiendo su lectura pues se trata
de un verdadero manifiesto sobre el arte de emprender.
Me gustaría
compartir contigo una anécdota que cuenta el autor del libro que ilustra a la
perfección lo que planteo en este artículo:
Desde los catorce años, estaba decidido a
ser un gran cantante. Pero tenía mal oído, mala voz y todos decían que,
sencillamente, no servía para cantar.
Durante once años, desde los catorce hasta
los veinticinco, tomaba clases de canto y practicaba por lo menos una hora al
día. Siempre fui el cantante solista de mi grupo, hacíamos varias actuaciones a
la semana y conseguimos tanta experiencia en el mundo real como era posible.
Todo el tiempo, la gente seguía diciéndome que no era cantante, que debía
renunciar y buscar a un auténtico cantante.
Cuando yo tenía veinticinco años grabé mi
primer álbum. Cuando se lo di a alguien que era un auténtico mentor para mí, lo
escuchó muy atentamente y luego dijo: “Derek, no eres cantante. Tienes que
dejar de intentarlo. Admite que eres compositor de canciones y busca un
auténtico cantante”. Pero yo salí de aquella reunión sin inmutarme. Sabía que,
sencillamente, tenía que trabajar más.
A los veintiocho años me di cuenta de que mi
voz empezaba a estar bien. Grabé unas cuantas canciones nuevas y, por vez
primera, me gustó de verdad l aparte vocal.
A los veintinueve años, lo había conseguido.
Después de quince años de práctica y alrededor de mil espectáculos con público,
era, por fin, un buen cantante, por lo menos según mi baremo. (Alguien que me
oyó por primera vez me dijo: “Cantar es un don con el que naces o no naces. Tú
has tenido suerte, naciste con él”.)
Creo que es un buen
ejemplo del que todos podemos aprender: debemos dejar a nuestros hijos y
alumnos que persigan su sueño, que sigan su pasión. Pronto o tarde lo conseguirán
porque se darán cuenta de que la felicidad no está en la meta sino el proceso,
en el camino que tienen que andar…
"La vida es corta, vive tu sueño y comparte tu pasión"
Manifiesto Holstee
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Hola Óscar. Me gustó mucho tu entrada. Iba a dejarte un comentario pero al final "se me ha ido de las manos" y he terminado escribiendo una entrada como respuesta. Te dejo el enlace: http://queduquequeducuando.blogspot.com.es/2013/01/itinerarios-academico-profesionales.html
ResponderEliminarUn saludo
Hola Óscar, me gustó mucho leer este post y como siempre lo comparto. Hace un tiempo escribí algo similar bajo el nombre "Educar ese talento único", que se trata de apoyar a nuestros hijos en lo que destacan, no en lo que queremos que sean buenos.
ResponderEliminarComparto mi post: http://www.papasehijos.com/2011/10/25/explorar-ese-talento-unico/
Un abrazo
Daniela