miércoles, 25 de julio de 2012

Decálogo para comunicarnos padres y docentes


     ¿Cómo ha de ser el diálogo entre padres y profesores?

Para poder llevar a cabo una comunicación efectiva que sirva para mejorar las relaciones entre padres y docentes deberíamos tener en cuenta algunos aspectos fundamentales. Este decálogo lo he elaborado inspirándome en el de Bernabé Tierno y Antonio Escaja publicado en su libro “Saber Educar hoy” Ed. Temas de Hoy, 2000. En el mismo los autores establecen un excelente decálogo para aquellos que buscan una sincera comunicación. Aunque los autores en su libro lo aplican a la comunicación entre padres e hijos considero que es totalmente aplicable a la comunicación entre padres y docentes y por ello lo reproduzco añadiendo sugerencias y aportaciones personales adaptándolo a cómo debe ser la comunicación entre los padres y los docentes en las escuelas del siglo XXI:



1.     No podemos esperar a que todos piensen como nosotros

Padres y docentes hemos de comprender que podemos( y debemos)tener puntos de vista muy diferentes sobre la educación. Tenemos que aceptar, por tanto, la diversidad de opiniones y la existencia de posturas enfrentadas. Es lógico y normal. Esto enriquece la educación y fomenta el debate. No debemos tomarlo como algo negativo sino como una oportunidad para crecer...

2.     La sinceridad es el alma de todo diálogo

En el libro de B. Tierno se destaca esta idea tan importante que resume el tipo comunicación que perseguimos: “ser sincero no consiste en decir todo lo que se piensa sino en no decir nunca lo contrario de lo que pensamos”. Gran verdad que tendríamos que aplicarnos todos, padres y docentes. Es uno de los grandes problemas de la comunicación entre padres y docentes: hacemos un uso de un "doble lenguaje" que nos aleja del principio de sinceridad mutuo.

3.     Dialogar no es hablar sino saber escuchar

Muchas veces vamos a las reuniones con la intención de hablar nosotros y no dejamos hablar al otro, escuchando más bien poco. Es fundamental tener una actitud de escucha activa en nuestras conversaciones si no queremos que sean una auténtica pérdida de tiempo.

4.     No hay peor sordo que el que no quiere oír

Esto sucede porque, tanto padres como docentes, estamos siempre a la defensiva y no nos escuchamos los unos a los otros. Nos cerramos en banda ante ciertas opiniones que muchas veces se nos dan con la mejor intención. Tenemos que aprender a escuchar y aceptar lo que se dice de nosotros. Esto es síntoma de gran madurez y es que, en ocasiones, actuamos peor que los propios niños. No olvidemos nunca que somos modelos educativos de los mismos.

5.     La verdad no es monopolio de nadie

Siempre podemos aprender algo “del otro”. Hemos de evitar actitudes prepotentes de “yo lo sé todo” porque podemos y debemos aprender de los demás. En educación no tenemos que preocuparnos únicamente de los conocimientos y la técnica sino sobre todo apoyarnos en la lógica y el sentido común. Está muy bien conocer teorías pero lo más importante es llevarlas adecuadamente a la práctica. Si no, no sirven para nada.

6.     Todos tenemos derecho a equivocarnos

Y es por este motivo hemos de aprender a reconocer que nos hemos equivocado. Muchas veces por nuestra actitud defensiva no queremos reconocerlo y llevamos el error hasta las últimas consecuencias con tal de no quedar mal ante nadie. Errar es humano y el reconocerlo es una muestra de humanidad y sinceridad. Si nosotros no lo hacemos tampoco podemos exigir al niño que lo haga pues, ¿cómo lo educamos? Como hemos dicho, a través del ejemplo ya que los niños hacen lo que ven.

7.     El diálogo supone una actitud de acogida interior

Esto significa que hemos de aceptar a nuestro interlocutor sin reservas ni condiciones. En muchas ocasiones viejos rencores o malentendidos nos llevan a actuar de determinada forma sin que aceptemos un posible cambio en la persona. Padres y docentes nos podemos equivocar y, de hecho, lo hacemos con frecuencia pero hemos de saber perdonarlo. El perdón es un valor que también se educa y qué mejor forma de hacerlo que con la práctica real del mismo.

8.     Capacidad para saber ceder

Tengamos en cuenta que ceder no es igual a perder sino más bien todo lo contrario. Si lo que queremos es aprender a través del diálogo hemos de aceptar que de vez en cuando tenemos que ceder pues no podemos estar siempre imponiendo nuestra opinión. Esto genera muchas confrontaciones entre padres y docentes porque ni unos ni otros saben en qué momento deben ceder puesto que es más sencillo lo que venimos haciendo hasta hoy: echarnos las culpas los unos a los otros quedando muchísimos problemas por resolver.

9.     No es dialogar invadir con nuestras preguntas intempestivas la intimidad del otro.

En ocasiones padres y profesores nos inmiscuimos demasiado en la vida de nuestro interlocutor y hacemos preguntas que pueden llegar a molestar. Tenemos que aprender a respetar la intimidad del/la que tenemos delante por el bien de nuestras relaciones.

10.  Vivimos esclavos del tiempo. No podemos decirlo todo.

En muchas ocasiones cuando nos reunimos padres y profesores queremos decirlo todo. Vivimos en una sociedad atrapada en la vorágine del tiempo, con una rigidez de horarios excesiva y esto está generando muchos problemas y tensiones. Por este motivo la asistencia a las reuniones es escasa y en la mayoría de ocasiones esta carga recae sobre todo en la figura de la madre. 
Aunque la cantidad de reuniones quizás sean limitadas por falta de tiempo en los centros, nos tenemos que centrar en la calidad de las mismas. Poco tiempo pero de calidad. Para ello, padres y profesores debemos de tener muy claro de qué queremos hablar en estas reuniones y no perdernos en divagaciones: no podemos improvisar sobre la marcha y tanto unos como otros tenemos que preparar y planificar a conciencia dichas reuniones.


Como vemos, la comunicación entre padres y docentes se puede mejorar. Si todos trabajamos para construir un nuevo tipo de comunicación, fluida  y eficaz mejoraremos mucho el tipo de relación que deseamos mantener para mejorar las escuelas del siglo XXI. En otro artículo hablaré con detenimiento sobre cómo preparar estas reuniones entre padres y docentes para que sean lo más efectivas posible para ambas partes.

Ahora te toca a ti

Examina con detenimiento cómo es la comunicación que mantienes con los padres de tus alumnos o con los profesores de tus hijos.  Pregúntate: ¿Cómo puedo mejorar la comunicación para que nuestra acción educativa sea mucho más efectiva? Comparte la respuesta conmigo. 


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