lunes, 15 de mayo de 2017

Mantenimiento emocional, la gimnasia que nos da estabilidad

Hoy traigo al blog a una invitada de lujo. Se trata de mi buena amiga y colaboradora de la Escuela de Padres con talento Marga Santamaría. Ella es maestra, psicopedagoga y experta en Inteligencia Emocional. Por este motivo ha escrito para el blog un fantástico artículo que te recomiendo que leas ya mismo. En el mismo aborda un tema que considero de vital importancia en la educación de hoy. Se trata del "mantenimiento emocional". Pero quiero que sea ella la que te lo explique... 

Mantenimiento emocional, la gimnasia que nos da estabilidad

“Estoy triste porque no sabes ponerte el babi”, dice la profe de Infantil a los niños que, efectivamente, aún no han adquirido la destreza y habilidad, además de la coordinación motora necesaria para poderse poner el babi de forma autónoma. Y de manera totalmente inconsciente esa profesora, que nadie duda que pone todo su cariño y empeño en sacar lo mejor de cada uno de esos pequeños, está fomentando un erróneo aprendizaje en la identificación de las emociones. Pues las emociones también se forman de alguna manera, no sólo surgen de forma espontánea, sino que cobran diferente perspectiva a lo largo de la vida en función de las experiencias vividas.
                  
¿Cuándo estoy triste? ¿Cuándo mis alumnos no se comportan como a mí me gustaría? ¿Cuándo mi hijo de 7 años no ha recogido la habitación? ¿Cuándo he discutido con mi jefe?, son muchos los interrogantes que podemos plantearnos en función a los diferentes escenarios. Pero tengo que tener clara la dimensión de las cosas y la realidad es, que me siento triste cuando pierdo algo valioso para mí. Ese desasosiego interior, ese vacío, esa pena, esa melancolía…, pues esa es la emoción de tristeza, la tenemos ante un hecho doloroso y angustioso y no podemos frivolizar con ello. Tenemos que aprender a llamar a las cosas por su nombre de una vez.
                  
Es normal que mi hija esté triste cuando se le rompe su juguete favorito, es normal que una persona se sienta triste ante un despido laboral, es normal que una pareja sienta tristeza ante su ruptura… Ahí sí hay tristeza, pero no cuando una niña o un niño no hace lo que yo creo que debe hacer.
                  
Y es que es fundamental que sepamos identificar en nosotros mismos las emociones, así como nombrarlas de forma adecuada tanto en nuestro interior, como a la hora de comunicarlas a los demás. Todo este trabajo personal, de autoconocimiento y de toma de conciencia de cómo mi cuerpo lo siente, de cómo reacciona, de cómo recibo esa información y qué hago con ella… conforman uno de los aspectos principales de la Inteligencia Emocional, y añado que para mí es el más importante, pues es el que cimienta de manera sólida todo el posterior trabajo sobre nosotros mismos.
                 

Os invito, a ti madre, a ti padre y a ti docente…, a que observéis cómo reacciona vuestro cuerpo ante diferentes estímulos: cuándo se me encoge el estómago…, en qué momento me tiembla la voz, quizás siento frío, aunque haga calor..., percibo una singular presión en el pecho en determinados momentos…, qué me hace gritar en mis clases, ante qué me escondo, por qué reacciono atacando…, son muchas las situaciones y los escenarios ante los que la vida nos pone y en la medida que mejor nos conozcamos podremos enfrentarnos de manera más solvente y menos traumática ante los acontecimientos adversos. Las emociones nos dan avisos…, nos están dando información de forma constante.  ¿Qué acontecimiento, si es que soy capaz de identificarlo, ha desencadenado en mí esa reacción? ¿Mi respuesta puede ser valorada como excesiva? ¿Es frecuente que las mismas reacciones se repitan habitualmente tanto ante hechos iguales, cómo dispares? Toma conciencia de ello, analiza los más relevante de cada situación y dedica un tiempo a reflexionar y a pensar sobre ello, sin agobio, pero sin autocomplacencia improductiva.
                  
El ponerle nombre es una tarea posterior, y podremos identificar rabia, alegría, tristeza, miedo, asco, sorpresa… Primero trabajemos la autoobservación, el mirarnos hacia dentro sin temor ni excusas. Igual que nos dedicamos tiempo delante del espejo, o en el gimnasio, o tomando un café en buena compañía…, pongámonos la tarea de la autobservación. Esa introspección personal es un viaje maravilloso que debemos hacer de manera respetuosa y constructiva hacia nosotros mismos.
                  
El trabajo personal para ganar en autoconocimiento, es una permanente tarea que debemos acrecentar, es un cuidado interior que se reflejará en el exterior. Cuánto más nos conozcamos, mejor podremos conocer a los demás, mejor serán nuestras relaciones con nuestros alumnos, con nuestros hijos…, mejor será nuestra vida y por lo tanto más felices seremos. Además esa observación nos puede llevar a realizar cierto análisis de nuestro pasado inmediato, para así entender mejor nuestro presente y ayudarnos a discernir y anticiparnos, en cierta medida, a nuestro futuro.
                  
Hace un par de días, jugando con mi hija de 5 años, acabó diciéndome esta frase…: “¡Qué suerte mamá, tú sabes un montón de juegos divertidos y sabes todas las respuestas siempre…, porque eres profe de mantenimiento emocional!”.

Me produjo realmente alegría ese momento de juego, admiración mutua, cariño, conexión, complicidad…, y cómo ella, a su manera, le puso ese nombre a parte de mi trabajo. Es por ello que he querido llamar así este artículo: MANTENIMIENTO EMOCIONAL.
                  
Y es que el trabajo sobre el crecimiento y el desarrollo personal, conlleva un mantenimiento emocional constante, es decir, igual que nuestras madres iban en los años 80 a lo que se llamaban clases de mantenimiento, hoy en día, se hace necesario este mantenimiento emocional, esa gimnasia constante de nuestras emociones, que nos lleva ganar en estabilidad y en flexibilidad.
                  
Os animo a dar un tranquilo paseo por vuestro mundo de emociones, por vuestra paleta de sentimientos, por vuestro pentagrama de los puntos altos y de los bajos y así identificar las notas que hacen ruido y estar mejor preparados ante del devenir de la vida.
                  
Yo como mujer, como madre, como divorciada y como docente, cada día me encuentro ante decenas de nuevas situaciones que a veces me pillan por sorpresa, y ante las que procuro enfrentarme de la manera emocionalmente más inteligente y para poder conseguirlo, es fundamental unas cuantas flexiones diarias de lo que mi hija llama “mantenimiento emocional”.

Así es que ya sea con chándal o con tacones, no dejemos de hacer gimnasia de nuestra parte más emocional.

Marga Santamaría
Maestra.
Psicopedagoga.
Experta en Inteligencia Emocional.
Coach y Referente del modelo V.E.C.

1 comentario:

  1. Muy buen artículo. Le sobra razón en todo lo que dice. Enhorabuena!!!

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