sábado, 26 de marzo de 2016

En educación no hay atajos

Acabo de leer una noticia que me ha llamado poderosamente la atención y al mismo tiempo me reafirma en aquello que suelo recordar en mis escuelas de padres: en educación no hay atajos. Siempre andamos buscando la "receta mágica" que nos ayude a superar cualquier problema educativo que se nos presenta pero esto no funciona así. La noticia decía así (seguro que te resulta familiar):


La situación se complica, la rabieta del niño se nos va de las manos, estamos en un lugar público, no queremos dar el espectáculo, necesitamos que deje de llorar inmediatamente para seguir con nuestras tareas y, sin pensarlo dos veces, sacamos del bolsillo un smartphone, conectamos a toda carrera con Youtube y contentamos al retoño con un capítulo, mil veces repetido, de su serie de dibujos animados favorita. Después de la tempestad, llega la calma.
Este escena tan habitual en cualquier casa, centro comercial o parque, esta escena tantas veces repetida para tratar de tranquilizar a un niño que no para de llorar con un smartphone, esconde peligros que pueden complicarnos el ya de por sí ignoto camino de la educación.
Así se desprende de un estudio recién publicado por un equipo de investigadores del Hospital Infantil C.S. Mott, de la Universidad de Michigan. Las conclusiones extraídas tras una profusa investigación con cerca de 150 familias es que cada vez son más los padres que recurren a las nuevas tecnologías como una vía rápida y eficaz para calmar el estado de ánimo de sus hijos. Y los indicadores extraídos de la investigación académica demuestran que, en los niños con comportamientos sociales más problemáticos, el uso de las nuevas tecnologías como tranquilizante se multiplica.
Los riesgos de utilizar este sistema, el de dar un smartphone o una tablet, para lograr el silencio donde hace solo unos minutos había un verdadero berrinche son dobles. Por un lado, está el consabido exceso en el uso de este tipo de dispositivos, en particular entre niños pequeños. Debemos alertarnos en cuanto comprobemos que pasan más de 30 minutos diarios frente a la pantalla y que los dispositivos digitales se han convertido en su juguete favorito, aquel del que no puede prescindir.
Pero aún hay un riesgo mayor con importantes consecuencias a largo plazo. Gestionar una fácil solución a un llanto descontrolado mediante el uso de nuevas tecnologías es un parche momentáneo con graves consecuencias futuras. Lo que explica el equipo de la doctora Jenny Radesky es que esta actitud no resuelve el problema sino que lo enmascara centrando el foco de atención del niño en otra realidad, es decir, distrayéndolo.
Pero aunque los síntomas del problema, en efecto, queden silenciados, tanto niños como padres habrán perdido una estupenda oportunidad de aprender a afrontar la frustración. Esta tendencia a abusar de los dispositivos digitales para obtener un rato de calma está cambiando las dinámicas de los comportamientos de las familias y dificulta enormemente la educación en un aspecto tan fundamental de la vida como la aceptación de los problemas y la búsqueda de soluciones viables y consensuadas.
El mensaje que estamos transmitiendo al niño con esta actitud no es otro que el de dar la espalda a las complicaciones porque un vídeo anodino nos devuelve el placer momentáneo. Pero lo cierto es que el problema seguirá allí cuando se acabe el vídeo y el niño no sabrá cómo hacerle frente.
Fuente de la noticia: Las Provincias

Como puedes ver, esa "solución fácil" que es entregarle al niño el móvil para que se calme no deja de ser un parche y tiene consecuencias negativas que pronto o tarde aparecerán:

  • Un exceso en el uso de las "pantallas" (sobreexposición).
  • No soluciona el problema, distrae al niño pero el problema sigue sin estar ahí. No hay aprendizaje.
  • Mensaje que transmitimos al niño: ante cualquier problema, la solución es dar la espalda al problema y "evadirte" con algo que no te haga pensar en el mismo... Preocupante.
Podría poner cientos de ejemplos de estos "parches" que usamos a diario para que nuestros hijos nos hagan caso (o por lo menos no se porten mal): ponerles la televisión/teléfono/tablet para que coman, darles el teléfono o la tablet para que estén entretenidos mientras nosotros comemos en un restaurante, ponerles la televisión para que se duerman, etc. ¿Crees que es la solución?




Por tanto, evitemos estas soluciones milagrosas y afrontemos la educación de nuestros hijos como lo que es: una carrera de fondo. Educar es un proceso lento, paciente y constante. Por este motivo no debes esperar “resultados inmediatos”. ¿Cómo pretendes que tus hijos aprendan a esperar si tú no eres capaz de hacerlo? 


Muchas gracias de nuevo por dedicarme tu tiempo.

2 comentarios:

  1. Muy bueno el artículo y comparto la idea al ciento por ciento, gracias

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    1. Muchísimas gracias por leerlo y por tu generoso comentario. Un abrazo enorme!!!

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