Hacia los dos años suelen aparecer las temidas rabietas. Son absolutamente normales y
aparecen por diversos motivos:
- Se enfadan.
- Están
cansados.
- Muestran su
frustración o contrariedad.
Pero hay mucho más. Personalmente me gusta el listado de once causas que Roberta Cavallo y Antonio Panarese dan en su libro "Se acabaron las rabietas". Ellos destacan estas once situaciones de malestar que empujan al niño a montar lo que nosotros llamamos rabietas:
1. Le faltan atenciones. A esta edad solo hay dos cosas importantes: el amor y la necesidad de atención.
2. Está nervioso o enfadado. Necesita manifestar su desacuerdo, su estado de ánimo, liberar sus emociones.
3. Necesita estar con sus padres. Dedicarle atención y tiempo de verdad (de calidad).
4. Sus peticiones no son escuchadas (sin motivo). Se siente frustrado porque sus peticiones se ven rechazadas sin que exista una motivación real y concreta.
5. Expresa un deseo. No se siente escuchado y así quema el último cartucho: el de la rabieta.
6. No se ha sentido comprendido. Quiere indicarnos que ha hecho un descubrimiento y no le hacemos caso.
7. Quiere atraer nuestra atención.
8. Necesita descargar la tensión emocional. Por eso, evita decirle: ¡Deja de llorar de una vez!
9.Quiere defender su territorio. Es un instinto típico de la fase egocéntrica.
10. Teme ser juzgado y lo vive como un estrés. Está aburrido, cansado, tiene hambre, le duele algo, no consigue explicarse, arreglárselas él solo, algo no funciona como él se esperaba... se siente frustrado.
Debemos abandonar la idea de que las rabietas son comportamientos histéricos o inexplicables. Al contrario, son siempre una manifestación de un malestar o una necesidad que nuestro hijo experimenta en ese instante.
Según Dorothy Einon:
Las rabietas
siempre tienen que ver con: el amor, el vínculo afectivo, la seguridad y la
irritación. En el fondo son ni más ni menos que el resultado de la incapacidad
del pequeño para controlar emociones profundas.
Lo mejor es que mantengamos la calma ya que de esta forma es menos posible
que continúen y se mantengan en su rabieta. Si, por el contrario, reaccionamos
enfadados y gritando ante la misma lo que hacemos es reafirmar su rabieta. No
se trata de ceder ante las rabietas ya que ellos lo interpretarán como una
forma de salirse con la suya.
¿Se
pueden evitar las rabietas?
No se trata de razonar con el niño ya que a esta edad es más que imposible
pero sí que podemos aplicar unos sencillas pautas
para poder evitar estas rabietas:
- Evita las
situaciones conflictivas, anticipándonos a la rabieta (se ven venir…)
- Refuerza su
comportamiento positivo: elógialo para que aprenda qué esperamos de él en cada
situación.
Formas de abordar las rabietas
Te
ofrezco unas sencillas herramientas para que puedas abordar las rabietas una
vez se han iniciado:
1. Desvía su atención: A veces, con algo tan simple
como distraer al niño con otra actividad o cambiando de tema la misma
desparece: introducimos una actividad novedosa, nos inventamos un juego, etc.
Lo importante es presentarle algo que hacer que se salga de lo habitual. Aquí
debemos desplegar toda nuestra creatividad como “educadores con talento”.
2. Ignóralas: Si puedes, una vez se
“desencadena” la rabieta ignórala y mantente firme. Márchate de la habitación
si es necesario. En palabras de Dorothy Einon “las rabietas no se producen en el vacío, ocurren en el contexto de
relación”. Por tanto, si no estás presente para ser testigo de la rabieta,
ésta acabará.
En
ocasiones estas rabietas se presentarán en público, fuera de casa. Muchos
padres acaban cediendo en esta situación por vergüenza y no saber cómo actuar.
Debemos actuar con mayor serenidad y firmeza dejando a un lado las opiniones
“de los que nos están mirando”. Lo sé es difícil, pero nadie dijo que esta
tarea sea sencilla, ¿no crees?
No
podemos…
· Ceder: Los niños aprenden que con las
rabietas consiguen lo que quieren. Esto hará que se repitan con mayor
frecuencia.
· Hacer uso del castigo físico
(cachete): No podemos
abordar las rabietas con un “cachete” pues incrementaremos la frecuencia y
duración de la misma. Un cachete a tiempo siempre es a destiempo y tiene
consecuencias (por supuesto, negativas).
Es necesario:
- Conceder importancia a sus necesidades.
- Mostrar disponibilidad.
- Observar y escuchar atentamente preguntándonos el porqué de sus gestos y estados de ánimo.
- Si hay que poner límites y decir que NO, hacerlo con firmeza pero al mismo tiempo con cariño.
- No perder la calma.
En un seminario sobre la educación de los
hijos organizado por el Adler Institute en Israel contaron la siguiente
historia:
-
Una mujer estaba en el supermercado cuando de pronto su hija pequeña se puso a llorar. La mujer, en un tono de voz calmado, dijo: «Un par de cosas más, Sharon, y nos iremos». El llanto
continuó, la niña cada vez gritaba más. La madre le dijo en un
tono de voz muy pausado:
«Hemos acabado, Sharon; pagamos y nos vamos».
En la caja, los gritos y el llanto se intensificaron. La madre, que seguía tranquila y sosegada, continuó: «Ya casi estamos, Sharon, enseguida iremos al coche». Las niña siguió gritando hasta que finalmente llegaron al coche.
Un joven se acercó a la madre y le dijo: «La he visto en el súper y quería decirle que me ha impresionado su capacidad de mantener la calma mientras su hija Sharon estaba en plena rabieta. He aprendido una lección importante».
La madre le dio las gracias al joven y añadió: «Pero no se llama Sharon. Yo soy Sharon».
Espero que este artículo te haya servido para comprender un poco mejor las rabietas y de qué forma podemos acompañarlas. Muchas gracias de nuevo por dedicarme tu tiempo.
Hola Oscar,me ha llamdado la atención en tu artículo que sugieras, como modo de abordar las rabietas, ignorarlas o distraer al niño. Tras entender cómo funcional el cerebro de un niño (Rosa jové "ni rabietas ni conflictos", Siegel y Payne "el cerebro del niño") opino que es necesario acompañarlos y respetarlos cuando se producen.
ResponderEliminar“Estos comportamientos necesitan más cariño que censura, más explicaciones que obediencia ciega, más compañía que ignorancia. Puede que los niños estén equivocados, pero ignorar o censurar su comportamiento no hará que aprenden el adecuado.” Rosa Jové, Ni rabietas ni conflictos.
Opino que es importante que el niño se sienta comprendido, querido y acompañado tanto en las emociones positivas como en las no tanto para formar adultos empáticos.
un saludo
Tienes toda la razón... en el artículo solo expongo la opinión de Dorothy Einon. Lo complementaré con las que destacas y además añadiré la de Shefali Tsabary. Como destacan Siegel y Payne "lo importante es llenar nuestra caja de herramientas disciplinarias con información procedente de muchos expertos (y no expertos), y luego atender a nuestra intuición al tiempo que seleccionamos y escogemos distintos aspectos de diferentes enfoques que parecen ser más aplicables a la situación de tu familia y tu hijo individual". Muchas gracias por tu comentario y aportación. Un saludo.
Eliminar“En lugar de hacer caso omiso a sus emociones intensas o distraerlos de sus conflictos, puedes cultivar todo su cerebro, acompañándolos en estos retos, estando presente y reforzando así el vínculo con ellos y ayudándolos a sentirse vistos, escuchados y queridos.”Siegel y Payne
ResponderEliminarEste artículo es muy intresante, ya que la mayoría de las rabietas no son comprendidas por los padres y llegan a fustrarse por no saber el por qué de dichas rabietas. Estas pautas que ofrece son bastantes adecuadas para llegar a comprender a los niños en esos momentos y poder solucionar el problema de la mejor manera posible.
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