Todos tenemos problemas y preocupaciones a diario y nuestros hijos no son una excepción. Esto no quiere decir que debamos aceptar que asuman una postura de “víctimas” por la vida ya que si se concentran en lo negativo e ignoran lo positivo, crean una realidad en la que se refuerza lo negativo y se debilita lo positivo. Por tanto, de ello dependerá su felicidad y les impedirá afrontar las dificultades de la vida y adquirir mayor autonomía.
El niño que decide poner el foco en lo negativo vive instalado en la queja frecuente. Y encontramos dos tipos de queja: