Una de las
actividades que suelo proponer a las madres y padres que participan en mis
cursos y talleres es la elaboración de su propio DAFO familiar. Se trata de un
método que les ayuda a analizar la situación concreta de su realidad familiar a
través de un análisis de sus:
· Debilidades
· Amenazas
· Fortalezas
· Oportunidades
El objetivo
es que una vez analizado todo esto definan acciones concretas y se pongan en
marcha para mejorar sus debilidades haciendo frente a las posibles amenazas.
También destaco que deben potenciar sus fortalezas aprovechando al máximo las
oportunidades que se presentan. Y de esto precisamente quiero hablarte en este
post: concentraos al máximo en vuestras fortalezas. Según Tal Ben-Shahar “los
que invierten en sus fortalezas son más felices y tienen más éxito”. Aquí
cuando hablamos de éxito nos referimos a poder conseguir lo que deseamos:
educar de la mejor manera posible a nuestros hijos.
Para poder
descubrir vuestras fortalezas debéis
haceros este tipo de preguntas: ¿qué
hacéis bien como padres?, ¿qué se os da bien?, ¿dónde pensáis que está vuestro
“talento educativo”?, ¿cuáles son vuestras mejores habilidades parentales?,
¿qué es lo que dicen vuestros hijos que hacéis bien?, etc.
Dedicad
tiempo a hablar de esto en pareja, y cada uno de vosotros comentad cuáles
pensáis que son las fortalezas del otro (en ocasiones no vemos o no percibimos
nuestras fortalezas y son los demás los que nos tienen que decir qué es aquello
que hacemos bien). Conocer y trabajar con vuestras fortalezas no sólo os
ayudará a educar mejor sino que al ponerlas en práctica os darán un sentido de valía
y de hacer bien las cosas y esto os ayudará a ser más felices y afrontar
vuestra tarea educativa con mayor seguridad y tranquilidad. Quienes principalmente van a notar esto son
vuestros hijos…
#PARA PENSAR*
En su libro Soar with Your Strengths, Donald Clifton
y Paula Nelson cuentan la parábola de un colegio recién abierto en el bosque,
destinado a formar a los animales más jóvenes en todos los ámbitos:
El primer día, un conejo
pequeño llega al colegio y le envían a la clase de correr y saltar, ya que se
le da bien y además le gusta; al llegar a casa después de las clases está tan
contento que está deseando volver al colegio al día siguiente. El segundo día,
los profesores le mandan a clase de vuelo y natación, que se le da muy mal y
odia profundamente; se siente un fracasado y llega a casa desanimado y
descorazonado. Cuando les dice a sus padres que quiere dejar el colegio, éstos
le contestan que tiene que continuar porque su éxito futuro dependerá de que se
haya formado en todos los ámbitos.
Cuando vuelve al
colegio, recibe clases extraordinarias de natación y vuelo porque tiene que
mejorar en esas áreas; sin embargo, cancelan sus clases de correr y saltar
porque consideran que ya es bastante bueno y que no tiene que seguir trabajando
en ellas.
Esta parábola,
lamentablemente recoge la realidad- o parte de ella- de muchas organizaciones,
tanto educativas como empresariales (también aplicable a nuestra realidad
educativa diaria). Aunque no hay duda de que no tenemos que ignorar nuestras
debilidades- tenemos que aprender a escribir, a hacer cálculos aritméticos básicos
y adquirir algunas habilidades en el trabajo simplemente para defendernos del
mundo-, tampoco tenemos que ignorar nuestras fortalezas, y hemos de destinar
gran parte de nuestros esfuerzos a cultivar nuestros talentos y habilidades.
Para sobrevivir tenemos
que invertir en nuestras debilidades y para progresar, en nuestras fortalezas.
Piensa en tus puntos
fuertes como madre o padre. Ahora piensa cómo puedes utilizarlos más
frecuentemente en tu vida diaria.
* Del libro "Elige la vida que deseas" de Tal Ben-Shahar
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