lunes, 1 de agosto de 2016

Frases que matarán la curiosidad de tu hijo

El niño es curioso por naturaleza. Quiere conocer el mundo. Como afirma Richard Gerver "Hemos nacido para aprender. Venimos a este mundo con una mente inquisitiva". Por este motivo desde que el niño llega al mundo empieza a explorar. Esta exploración empieza en sí mismo: sus manos, sus pies... Y posteriormente continua con el entorno más cercano experimentando múltiples sensaciones y vivencias. Todos los cambios y transformaciones que se dan en el niño en sus primeros meses de vida son mágicos.

Pero para que el niño siga manifestando esta curiosidad a medida que va creciendo, los adultos debemos ofrecerle una respuesta adecuada. Tiene que percibir que estamos dispuestos a responder sus preguntas, sus dudas, sus interrogantes. Al niño no le vale con un “porque sí” o “porque no”. En cuanto el niño empieza a hablar y dominar el lenguaje inicia una batería de preguntas para satisfacer su curiosidad, algunas de ellas totalmente inverosímiles pero que requieren de respuesta por parte de nosotros, los adultos:

  • ¿Por qué de día no hay estrellas?
  • ¿Por qué hay que hacer caso de las señales de tráfico?
  • ¿Por qué la hierba es verde?
  • ¿Qué es el tiempo?

Entre los 5 y 7 años se inicia una etapa en la que el niño empieza a cuestionar el “porqué” de todo. Es un periodo en el que además de demostrar que poseemos los conocimientos para dar respuesta a sus inquietudes debemos demostrar sobre todo que tenemos muchísima paciencia. Debemos explicarle al niño las cosas con sencillez y de manera concreta para que lo entienda. Lo más importante es que siempre hemos de dar una respuesta a sus preguntas y no ignorarlas pues de este modo no satisfacemos su curiosidad y deseo de aprender más cosas.




Como destaca Richard L. Evans “Se da uno cuenta de lo poco que sabe en cuanto un niño empieza a hacer preguntas”. Si damos una óptima respuesta el mensaje que transmitimos al niño es que la curiosidad es buena y necesita ser estimulada. Si por el contrario no satisfacemos esta curiosidad o respondemos sus preguntas con un sí o un no, acabará interpretando que la curiosidad no es positiva y dejará de hacer preguntas…
Pero no sólo debemos responder estas preguntas sino que le tenemos que permitir que experimente. Como muy bien destaca Anne Bacus:
Cuestionar y experimentar son los dos medios fundamentales de los que dispone el niño y, por tanto, le resultan indispensables para hacer funcionar su inteligencia. 

Por tanto, es importante que le permitamos una gran variedad de experiencias directas en lugar de explicaciones. La propia Anne Bacus destaca una idea muy importante:
El niño necesita experiencias de primera mano que habrá que seleccionaron en función de su edad

No es suficiente con que el niño conozca el concepto “agua”, no es suficiente con que vea vídeos en Youtube sobre el agua, no es suficiente con que lea libros sobre el agua y su composición. Es necesario que pruebe y experimente con el agua: el agua de lluvia, el agua del mar, el agua de un río... Experiencias directas que estimularán su curiosidad y ganas de aprender. En definitiva, experiencias que le ayudarán a crecer. 
En mis sesiones de Escuela de Padres siempre me gusta poner este vídeo como ejemplo. Un vídeo en el que una niña "descubre la lluvia". Es maravilloso:





Por este motivo no podemos decir al niño frases como las que añado a continuación. Son frases que matan su curiosidad:
  • Déjame a mí que lo hago más rápido.
  • No toques eso que te vas a ensuciar.
  • Cuando seas mayor ya lo aprenderás.
  • Cállate y no molestes.
  • Deja eso.
  • No quieras saber tanto…

Podría seguir con muchas más... Todas estas frases y algunas del mismo estilo sirven para anular la curiosidad de nuestros hijos. Por ello te invito a que realices un trabajo con tu hijo en la dirección contraria: responde sus preguntas y estimula su curiosidad dedicándole tu tiempo y atención permitiéndole que experimente...

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