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lunes, 29 de junio de 2015

La siesta educativa

Una de las cuestiones que siempre destaco en mis sesiones de Educar con talento Academy es que no hay una etapa educativa más importante que otra: todas son importantes. Me sorprende ver a madres y padres que vuelcan todos sus esfuerzos y energías en la etapa infantil y que poco a poco van perdiendo fuerza hasta la siguiente etapa que consideran "importante": la adolescencia.
Tampoco debemos "quemar" etapas y adelantarnos a otras que están por venir (cosa que está ocurriendo cada vez con mayor frecuencia). Cada vez estamos acortando más el tiempo que los niños tienen para ser niños. Una verdadera pena. 

Como padres debemos disfrutar de educar en cada una de las etapas abordando en ellas todo lo que es esencial para el correcto desarrollo de nuestro hijo. 


No podemos delegar nuestra responsabilidad educativa como padres. Hace poco leía en un interesante artículo la opinión de un padre que afirmaba lo siguiente: "Los padres queremos tanto a nuestro hijos que no los podemos educar; por eso los llevamos al colegio para que sean otros los que lo hagan por nosotros. Por eso los llevamos al colegio, donde nos los educan, les exigen, les ponen límites, los castigan, les dicen que no y los corrigen, cosa que no podemos hacer nosotros, justamente por ser sus padres". No puedo estar más en desacuerdo con esta afirmación, menudo disparate. Precisamente esa es nuestra función como padres: educarlos para sacar lo mejor de nuestros hijos y acompañarlos en este proceso. Y si para ello debemos ponerles límites, exigirles, decirles que no, etc. tendremos que hacerlo. Como muy bien destacan Pilar Guembe y Carlos Goñi "Llevamos a los hijos al colegio no para que nos los eduquen sino para que nos ayuden a educarlos". De esto hablo en mi libro "Familia y Escuela. Escuela y Familia".

En referencia a todo lo que estoy comentando me gustaría compartir contigo un artículo del periodista Carles Capdevila que resume a la perfección lo que estoy mencionando y que lleva por título "Una siesta de doce años":

Educar debe ser algo parecido a espabilar a los pequeños y frenar a los adolescentes. Justo al contrario de lo que hacemos: no es extraño ver a niños de cuatro años con cochecito y chupete hablando por el móvil, ni tampoco lo es ver de catorce sin hora de volver a casa.
Hemos dicho sobreprotección, pero es la desprotección más absoluta: el niño llega al insti sin haber ido a comprar una triste barra de pan, justo cuando un amigo ya se ha pasado a la coca.
Sorprende que haya tanta literatura médica y psicopedagógica para afrontar el embarazo, el parto y el primer año de vida, y se haga un hueco hasta los libros de socorro para padres de adolescentes, de títulos sugerentes como Mi hijo me pega o Mi hijo se droga. Los niños de entre dos y doce años no tienen quién les escriba.
Desde que abandonan el pañal (ya era hora!) hasta que llegan las compresas (y que duren), desde que los desenganchamos del chupete hasta que te hueles que se han enganchado al tabaco, los padres hacemos una cosa fantástica: descansamos. Reponemos fuerzas del estrés de haberlos parido y enseñado a andar, y nos desentendemos hasta que nos toca ir a buscarlos de madrugada en la disco. Ahora que por fin volvemos a poder dormir, y hasta que el miedo al accidente de moto nos vuelva a desvelar, nos echamos una siesta educativa de diez o doce años.
Alguien se estremecerá pensando que este período es precisamente el momento clave para educarlos. Tranquilo, que por algo los llevamos a la escuela. Y si llegan inmaduros a primero de ESO que nadie sufra, allí les esperan los colegas de bachiller que los sobreespabilarán en un curso y medio, máximo dos. Al modelo de padres que sobreprotege a los pequeños y abandona los adolescentes nadie les podrá acusar de haber fracasado educando a sus hijos. No lo han intentado siquiera.

Despertemos ya de esta "siesta educativa", dejemos de sobreproteger y desproteger a nuestros hijos. Educar no es sencillo pero debemos hacerlo. Asumamos esta responsabilidad con alegría, optimismo y una gran dosis de amor y cariño. Nuestros hijos lo agradecerán.

Espero que te haya resultado interesante esta entrada. Te agradezco mucho si la compartes con tus amigos en Facebook y Twitter. ¿Quieres ser el primero en recibir mis artículos y novedades? Suscríbete a mi Newsletter hoy mismo aquí. Muchas gracias por dedicarme tu tiempo!!! 

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