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jueves, 30 de marzo de 2017

¿Eres madre o padre? Deja de preocuparte...

El estado natural de los padres es la preocupación permanente. Cuando nuestros hijos son bebés nos preocupamos por cuestiones menores como la rozadura del pañal y por cosas más importante y serias como el síndrome de la muerte súbita del lactante.

Cuando pasan a la siguiente etapa los problemas van cambiando y nos preocupamos por los rasguños y heridas que se hacen jugando en las rodillas y brazos pero también si hay un retraso en su desarrollo evolutivo. Y ya en la adolescencia, ¿qué te voy a contar? A medida que van creciendo también lo hacen nuestras preocupaciones. Por desgracia, este exceso de preocupación influye en nuestra manera de educar y actuar con nuestros hijos. Recuerda lo que dice el juez Calatayud:



"Niños pequeños, problemas pequeños y niños grandes problemas más grandes"

Para un minuto y reflexiona sobre esto: la preocupación es inútil por sí sola y consume nuestro tiempo y energía. Los estudios demuestran que la gran mayoría de las cosas que nos preocupan jamás llegan a ocurrir. ¿Curioso verdad? Por tanto, retira tu atención de preocupaciones innecesarias, deja de pensar en ellas y mantén una actitud positiva y optimista. Mejor ocuparnos que preocuparnos.

Es momento de que hagamos un trabajo interior y nos dejemos de preocupaciones y de anticipar problemas. La educación no podemos (ni debemos) vivirla como un proceso angustioso sino tomarla como una oportunidad de disfrutar cada momento.

No hay tiempo que perder, nuestros hijos nos necesitan y nosotros somos sus referentes. ¿Qué ocurrirá si sus referentes estamos siempre cargados de dudas, miedos e inseguridades? Es fácil adivinarlo...



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