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viernes, 29 de enero de 2016

Educar en positivo


La semana pasada estuve en Valencia impartiendo la conferencia “Aprende a educar con talento. Claves y herramientas básicas para los padres de hoy” en el Colegio CEU San Pablo. El objetivo de la misma es el de poder ofrecer una serie de ideas, claves y herramientas para ayudar a las madres y los padres a disfrutar al máximo la etapa educativa que actualmente están viviendo con sus hijos. Al inicio de mi exposición hablé sobre la importancia y la necesidad de educar con talento:

Nadie nace sabiendo educar, el educador ha de aprender a serlo. Debemos asumir que es totalmente normal no saber desempeñar un papel que jamás antes hemos ejercido y al que no estamos habituados. El título de la conferencia es Aprende a educar con talento. Y te preguntarás, ¿qué es eso de educar con talento? Mucha gente se sorprende cuando asocio estas dos palabras: educar y talento. El filósofo José Antonio Marina define  talento como:


La inteligencia triunfante. Es la inteligencia en acto, resuelta, es decir, que resuelve los problemas y avanza con resolución.

Aunque me gusta más la definición que ofrece en un “tuit”:

Talento es tener buenas ideas, tomar buenas decisiones y realizarlas.

Por tanto, del mismo modo que existe una gran variedad de inteligencias también podemos encontrarnos talentos diferentes (científicos, musicales, financieros, etc.) Hay uno de estos talentos que rara vez se menciona. Me refiero al talento que todos tenemos para educar (educar bien, por supuesto).

Tú ya eres un padre con talento. Y lo que te convierte en un padre con talento no son los conocimientos teóricos que tienes sobre la materia sino de qué manera los llevas a la práctica a través de tu sentido común. Ahí está la clave, en ser capaces de resolver problemas prácticos: la acción es la que te llevará a aprender y mejorar.

De los múltiples talentos que poseemos algunos los desarrollamos y otros no. Por este motivo tenemos que trabajar, ejercitar y desarrollar al máximo nuestro talento educativo si queremos obtener el éxito esperado y realizar nuestra tarea de manera efectiva educando a nuestros hijos con sentido común y criterio.



Posteriormente mencioné también las cualidades que debe poseer un padre o una madre para educar con talento. Estas son algunas de las cualidades necesarias que destaqué:


Otra de las cualidades que no aparece aquí pero que sí mencioné en la conferencia es el OPTIMISMO. Para educar hoy, más que nunca, es necesario que actuemos con optimismo, alegría y entusiasmo mostrando siempre nuestra mejor sonrisa porque esto es lo que vamos a transmitir a nuestros hijos. ¿Quieres que tus hijos vivan y crezcan en un ambiente donde predominan las risas, la alegría, el “buen rollo” o por el contrario, en un ambiente donde todo se critica, hay malas caras y predominan las discusiones? Vamos, yo lo tengo muy claro…



Aunque cada uno de nosotros tenemos nuestro carácter y personalidad, a ser optimista se aprende y enseñar a serlo entra dentro de nuestro papel y responsabilidad como educadores. Veamos de qué manera podemos llevarlo a la práctica:

1. Sonreír:

No me cansaré de repetir que nuestro estado de ánimo (y también el de los que tenemos cerca) puede cambiar simplemente con una sonrisa (o mejor aún, riendo). Como destaca Tîch Nhât Hânh:

Algunas veces tu alegría es la fuente de tu sonrisa, pero a veces tu sonrisa puede ser la fuente de tu alegría.

Por este motivo es necesario que, a pesar de las dificultades y problemas diarios, eduquemos a nuestros hijos siempre con una sonrisa. La sonrisa es contagiosa y con ella lo que transmitimos es optimismo y alegría.

2. Eliminar las quejas:

Nuestras palabras no solo describen la realidad sino que la crean. Si ante las adversidades que se nos presentan nuestra manera de reaccionar es a través de la queja y el victimismo esto es lo que acabaremos transmitiendo a nuestros hijos. Debemos explicarles y mostrarles que la queja no te ayuda a avanzar, no soluciona tus problemas y además genera un estado mental y emocional negativo. Por tanto, de nada sirve quejarse y lo que debemos transmitir a nuestros hijos es la capacidad que tenemos de elegir cada momento y de qué forma lo queremos vivir: si como una queja o como una oportunidad para seguir creciendo. Podemos elegir. En palabras de Tal Ben-Shahar:

La elección desata el potencial de cada momento. Una vez que eres consciente del  potencial de cada momento, tu vida gana fuerza, se vuelve trascendental. Cuando un momento es importante, la vida es importante.

Viéndolo así, no podemos perder ni un minuto en quejarnos…

3. Actuar con sentido del humor:

En la vida se nos van a presentar múltiples situaciones adversas y reveses que debemos afrontar. Nuestros hijo tiene que aprender la importancia de las cosas desde un punto de vista distinto, añadiendo un punto de vista “humorístico” a los problemas, restándoles importancia y desdramatizando las situaciones. Nosotros debemos ser un ejemplo vivo de esto ya que somos los primeros que lo tenemos que poner en práctica ante situaciones cotidianas que se nos presentan y les prestamos excesiva importancia. Como afirma Patch Adams:

Lo que no es de humanos es la seriedad. No conozco una sola enfermedad que se cure con la seriedad, con la ira o con la apatía. No llegaremos muy lejos si nos ponemos serios. Lo más curativo es el amor, el humor y la creatividad.

Como la educación es un proceso que va en dos direcciones,  también podemos y debemos aprender de nuestros hijos a ser optimistas. Pilar Guembe y Carlos Goñi señalan que:

Los hijos nos obligan a ser optimistas. Les dimos la vida, pero ellos han entrado en la nuestra, la han cambiado de sentido, la han reorientado y le han dado una razón de ser que antes no tenía.

Estas son algunas actividades que podemos llevar a cabo para educar en positivo y fomentar el optimismo:

·      Programa actividades en familia donde la risa y el humor esté presente: juegos de mesa, teatro, actuaciones musicales, etc.

·      Ante situaciones del día a día que os parecen importantes tomároslas con humor: apréndelo de tus hijos pues son unos excelentes maestros en este arte. La vida es demasiado importante para que nos la tomemos excesivamente en serio.

·      Antes de ir a la cama pregúntale a tu hijo cuál ha sido para él el mejor momento del día. Aprovecha para contarle cuál ha sido el tuyo y el motivo por el que lo consideras así y qué has aprendido de ello.


#Para pensar[1]

Norman Cousins tenía cuarenta y pico años cuando le diagnosticaron una artritis severa. Tenía que tomar analgésicos para aguantar durante el día y somníferos para dormir por la noche. Y además los médicos le dijeron que tenía los días contados.

Cousins se acordó de que había leído en algún sitio que el estrés y las emociones dolorosas podían afectar negativamente al sistema inmune. En ese momento, sólo era una hipótesis, pero Cousins estaba convencido de que era cierto. Armado con su convicción, decidió luchar contra su enfermedad. Abandonó el hospital y empezó un tratamiento alternativo prescrito por sí mismo cuyo principal ingrediente era la risa. Empezó a ver películas de los Hermanos Marx y contrató a una enfermera para que le leyera historias divertidas. Muy pronto descubrió que tras disfrutar de una dosis de risas llegaba a provocarle dolor de barriga, el dolor por su enfermedad cesaba durante un par de horas. Eventualmente, el tratamiento fue tan exitoso que pudo dejar los somníferos y los analgésicos y volver a trabajar.

La comunidad científica tardó años en llegar a las conclusiones de Cousins. Actualmente, podemos encontrar muchos estudios que demuestran que la risa puede aliviar el dolor y reforzar el sistema inmunitario. Gracias al infatigable trabajo de Patch Adams, el médico payaso, y al de otros muchos por todo el mundo, el humor ha sido adoptado como un elemento importante del proceso de curación.

No hace falta que estés enfermo para introducir más sentido del humor en tu vida y disfrutar de niveles superiores de felicidad, , mejores relaciones y mejor salud. Da un toque de intrascendencia a tu vida: ve tu programa de televisión favorito, busca chistes en internet o queda con un amigo que te haga reír.




[1] Jamison, K.R., Exuberance: The Passion for Life, Vintage, Nueva York, 2005 (citado en Elige la vida que mereces de Tal Ben-Shahar)

2 comentarios:

  1. ¡Qué bello artículo! Lo pondré en práctica y con el tiempo sabré si tengo talento como educadora. #educarcontalento, un nuevo camino. ¡Saludos!

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    1. Un millón de gracias por tus palabras y por tu comentario. Desde luego que ya tienes talento como educadora. Lo que puedes es desarrollar y mejorar ese talento... Seguro que lo consigues!!!! Mil gracias. Un abrazo enorme.
      Óscar G.

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