Comparto contigo el texto del artículo de Santos Guerra que tanto me impactó:
"Una maestra le pide a los niños que escriban en un hoja cuál es su juguete preferido. Los niños lo hacen diligentemente. Cuando han terminado, la maestra añade una segunda demanda:
- Ahora vais a escribir debajo del dibujo de vuestro juguete preferido el nombre del niño o de la niña con quien os gustaría compartirlo
Todos van realizando la tarea. Escriben el nombre de un amigo, un hermano, una prima, un compañero de clase… Todos, menos una niña que le susurra a su compañera de pupitre:
- Yo no quiero escribir ningún nombre. Yo no quiero compartir el juguete con nadie.
La amiguita, le dice, también al oído, aplicando las leyes de la lógica escolar:
- Hazlo, tonta. ¿No ves que es solo para la maestra?
Observación práctica que se puede traducir así: Pon el nombre para que no tengas problemas, pero no te preocupes, que esto que escribes no tiene nada que ver con la realidad, con la vida. Escribe el nombre de quien quieras, que da igual. No vas a tener que compartir el juguete si no quieres."
Como puedes observar, una anécdota que nos ofrece un mensaje claro y contundente: lo separada y alejada que está la escuela de la vida. Y nos conduce a plantearnos una gran cuestión: ¿Educamos para una vida real o trabajamos aislados, de espaldas al mundo?
Por tanto, es necesario que nos tomemos un tiempo para repensar la escuela haciéndonos preguntas e intentado contestarlas con absoluta sinceridad y autocrítica. Algunas de las preguntas que se me ocurren son:
- ¿Para qué sirve la escuela?
- ¿Es una escuela que ha evolucionado o sigue anclada en el pasado?
- ¿De qué forma podemos mejorar la escuela?
- ¿Qué deberíamos cambiar en la escuela para ayudar a los jóvenes a que encuentren su lugar en la sociedad del siglo XXI?
- ¿Qué escuela queremos?
- ¿Educamos para la vida o simplemente impartimos un "curriculum"?
- ¿Qué es lo prioritario nuestros alumnos o cumplir con la burocracia rellenando papeles?
- etc.
Dar respuesta cada una de estas cuestiones no significa que todos debamos pensar lo mismo, actuar del mismo modo y no manifestar nuestras discrepancias sino más bien todo lo contrario: significa algo tan elemental como saber y conocer lo que pretendemos, qué ocurre con lo que hacemos y qué tenemos que hacer para mejorar las cosas. Las respuestas serán variadas y de ello nos vamos a enriquecer todos.
Por tanto, tenemos que ir dando respuesta a cada una de esas preguntas y plantear otras más para empezar a introducir cambios y mejoras en la escuela pues como muy bien afirma Richard Gerver "nos hemos pasado demasiado tiempo intentando remendar el sistema existente en vez de iniciar un cambio. Debemos ser más valientes, visionarios y capaces de mirar más al futuro y menos al pasado". Y este tiene que ser nuestro objetivo prioritario: convertir la escuela no solo en un lugar donde se enseña sino en un lugar que también aprende. Necesitamos escuelas que aprendan para poder iniciar este cambio tan necesario. En palabras del propio Santos Guerra: "la escuela tiene que aprender para saber y para saber enseñar, para saber a quién enseña y dónde lo hace".
Nunca debemos perder de vista que la educación que ofrecemos a nuestros hijos y alumnos es una educación para la vida. Si queremos empezar a cambiar la escuela aquí y ahora lo importante es dar ese primer paso: pasar a la acción. Estamos hartos de teorías pedagógicas y educativas que en el papel son preciosas pero luego no se ajustan a nuestra realidad en las aulas. Es momento de empezar a cambiar, es momento de pasar a la acción. Como decía Tolstoi "todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo". Creo que es por ahí por donde podemos empezar, ¿no crees?
Te invito a que empieces a dar respuesta a cada una de las cuestiones que planteo y que propongas tú otras tantas. Entre todos podemos crear la escuela que queremos. Ya lo sabes, del creer al crear solo hay una letra de diferencia...
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Excelente artículo, me gustó muchísimo. Como bien diría también Eduardo Andere, necesitamos "ESCUELAS QUE APRENDAN". Y como dice Howard Gardner: Las escuelas no debieran educar "para la vida", como si ésta fuera algo que va a suceder dentro de mucho tiempo. Para un niño, la ESCUELA ya es su vida, o por lo menos una muy importante parte de ella...
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