En esta entrada me gustaría tratar un tema que es necesario abordar desde la educación. En la actualidad son muchos los padres que se
quejan de que sus hijos son unos
desagradecidos. Es importante saber que, como todo lo demás, la gratitud es
un sentimiento que se desarrolla gracias a la educación que nuestros hijos
reciben. Si quieres que tu hijo sea agradecido, comienza por dar ejemplo desde
ahora mismo.
Según el filósofo Robert C. Roberts "la gratitud contrasta
con tres sentimientos que son el origen y raíz donde se asienta la tristeza: el
resentimiento, el arrepentimiento y la envidia". Vemos pues, la gran importancia
y necesidad de educar este sentimiento en nuestros hijos desde bien pequeños ya que les va a ayudar
a ser personas felices.
¿Se puede
educar la gratitud?
Como cualquier
otro sentimiento, la gratitud también se puede (y se debe) educar. Los padres
tenemos que hacer lo posible para potenciarlo y educarlo, fomentando al máximo
este sentimiento en nuestros hijos.
En un principio,
como el resto de los sentimientos, la gratitud es muy inestable e intermitente
y dependerá de si le gusta o no hacer algo o si lo hace para agradar al
adulto. Si esto es así, no pasa absolutamente nada; los padres con mucha
paciencia y constancia trabajaremos este sentimiento para que vaya quedando asentado
formando parte de su personalidad, como una cualidad estable.
Podremos decir que
ha quedado consolidado del todo cuando el niño sea capaz de comprender que,
aunque no se le complazca en todo lo que hace o dice, lo hacemos por su bien.
Antes de conseguir esto, podremos observar como la gratitud irá siempre de la
mano de la gratificación positiva. Por eso es importantísimo que continuamente
reconozcamos a nuestro hijo lo bien que hace las cosas, haciendo uso frecuente
de los refuerzos positivos.
¿Qué podemos
hacer? Tareas para los padres
En primer lugar es
necesario señalar que vamos a educar este sentimiento (o el contrario) tanto
por acción como por omisión, es decir, a través del ejemplo. ¿Cómo vamos a
esperar que nuestros hijos agradezcan a los demás las cosas si nosotros somos
los primeros que no lo hacemos?
Debemos abrir los
ojos de nuestros hijos, a través de nuestro ejemplo, y hacerles ver que ser
agradecidos no es simplemente pronunciar unas palabras de manera automática y
mecánica. No basta con un simple “gracias” y ya está. La
gratitud nace del corazón, de nuestro interior, del aprecio a lo que alguien
hace por nosotros. Por eso, cuando alguien haga algo por nosotros, tenemos que
mostrarles a nuestros hijos cómo actuamos nosotros para que también ellos
empiecen a obrar de ese modo.
Veamos con
detenimiento algunas ideas para trabajar la gratitud con nuestros hijos de una
manera práctica y útil:
1. Habla sobre
la gratitud
¿Qué entiende tu
hijo por gratitud? ¿Sabe identificar ese sentimiento?
Averigua lo que
sabe acerca de esta virtud para poder explicarle muchas más cosas de las que ya
conoce. Es importante que tu hijo comience a poner nombre a este sentimiento y
aprenda progresivamente a identificarlo y relacionarlo con otros.
Podemos comenzar
por hacerle al niño las siguientes preguntas:
* ¿Sabes qué es la
gratitud?
* ¿Cómo puede una
persona demostrar la gratitud a los demás?
* ¿A quiénes
demostraremos gratitud?
* ¿De qué forma?
Deja a tu hijo que
conteste abiertamente. Luego, explícale con tus palabras y en un lenguaje
sencillo y adaptado a su edad, qué es la gratitud. Por ejemplo, que apreciar y
querer mucho a quiénes nos cuidan es una manera de agradecer lo que hacen por
nosotros: el profesor nos ayuda en el colegio, el médico cuando vamos al centro
de salud, los padres en casa cada día, etc. Les explicaremos que la gratitud se
demuestra con expresiones de afecto, cariño, portándonos bien con esas
personas, etc.
2. Escribe una
carta para alguien especial
· Pide a tu hijo que
escriba una carta a quién él considere que tiene algo que agradecer, por
ejemplo a los abuelos, a su profesora, al amigo especial que siempre le ayuda,
etc.
· Debe escribir cómo
se siente por lo que ha recibido de esta persona a la que está escribiendo.
Esta carta se la enviará o, si es posible, buscará a la persona a la que ha
escrito y se la leerá personalmente.
· Si el niño es
todavía muy pequeño y no sabe escribir, ayúdale a escribirla. Deja que te diga
lo que quiere trasmitir. Incluye al final de la carta un dibujo hecho por tu
hijo.
· Para educar con el
ejemplo, tú también puedes escribir una carta de agradecimiento, por ejemplo al
profesor
de tu hijo
por su esfuerzo durante todo el curso escolar.
3. Escribe un
diario de gratitud
Anima a tu hijo a
que, cada día, antes de acostarse dedique unos minutos a escribir acerca de tres cosas por las que está agradecido.
Estas cosas pueden ser de dos tipos:
· Generales: estar vivo, poder ver, contar con la
amistad de las personas que el niño aprecia, etc.
· Concretas: aprender algo nuevo, recibir un elogio,
la ayuda de un compañero, etc.
Si no sabe
escribir, dile que te diga cuáles son sus motivos de agradecimiento y los
anotas en su diario de gratitud.
Según M.
Selligman, “escribir este diario nos
ayuda a fortalecer el agradecimiento a la vida y de este modo, cultivar el
hábito de ser feliz”.
4. ¿Qué harías
tú? Empatía
En esta actividad
debes proponer a tu hijo una situación concreta que en un futuro podría
encontrarse en la vida real. Le diremos lo siguiente:
Imagina que estás llorando en medio de la calle
porque te has perdido y empiezas a asustarte porque pasa mucha gente pero nadie
te hace caso. No sabes como volver a casa. De repente, aparece una señora que
se acerca y te pregunta qué es lo que te pasa y cuando se lo cuentas te ayuda y
te trae hasta casa.
Seguidamente le
diremos que nos conteste a estas cuestiones:
* ¿Qué harías tú si
te pasara eso?
* ¿Qué le dirías a
esa señora que te ha ayudado?
* ¿Qué sentirías por
ella?
* ¿Le agradecerías
el favor que te ha hecho? ¿De qué
forma?
A continuación,
seguiremos hablándole pero cambiando la historia:
Ahora imagina que otro día estás jugando al fútbol
con tus amigos en el parque y se acerca esta misma mujer preocupadísima porque
ha perdido a su perrito cuando lo estaba paseando.
Entonces,
pregúntale: ¿Tú qué harías?, ¿seguir jugando el partido o ir a ayudarla?, ¿de qué
forma la ayudarías?
Esta actividad te
servirá para trabajar el concepto de la gratitud y también de la empatía.
5. La paloma y
la hormiga
Enséñale a tu hijo
la importancia, no solo de ser agradecidos, sino también de devolver los
favores que recibimos. Para ello, léele la siguiente fábula de Esopo, “La paloma y la hormiga”.
Obligada por la
sed, una hormiga bajó a un manantial; arrastrada por la corriente, estaba a
punto de ahogarse.
Viéndola en esta
emergencia una paloma, desprendió de un árbol una ramita, la arrojó a la
corriente, montó encima a la hormiga y la salvó.
Mientras tanto un
cazador de pájaros se adelantó con su arma preparada para cazar a la paloma. Lo
vio la hormiga y lo picó en el talón, haciendo soltar al cazador su arma.
Aprovechó el momento la paloma para alzar el vuelo.
Debemos ser agradecidos y devolver los favores que
recibimos.
Errores
comunes
Como hemos visto,
educar la gratitud no es nada sencillo. Necesitamos ser constantes y evitar
cometer algunos errores que son bastante frecuentes. Veamos con detenimiento algunos de ellos:
- Restar importancia
al sentimiento de gratitud cuando nuestros hijos son pequeños. Solemos decir “si total, nadie da las gracias por nada...
¿para qué se lo voy a enseñar?”. A medida que crecen y llegan a la temida
adolescencia decimos: “que desagradecidos
son estos jóvenes de hoy en día”. Entonces es cuando deberíamos
preguntarnos con toda sinceridad: ¿qué he
hecho yo para que esto sea así?
- En ocasiones,
tampoco sabemos aceptar el agradecimiento de nuestros hijos y les contestamos con un: “no es nada” o “no es necesario que me lo agradezcas”. Al contrario, debemos
estimularlo y decirle: “Muchas gracias a
ti, hijo. Significa mucho para mí que estés agradecido”.
- No siempre
educamos dando verdadero ejemplo ya que en ocasiones tampoco agradecemos a nuestros hijos
lo que hacen por nosotros.
Quizás si todos
nos aplicásemos a diario la siguiente máxima hebrea nos irían mejor las cosas y
podríamos adecentar un poco este mundo:
“ El que da no
debe volver a acordarse, pero el que recibe nunca debe olvidar”
Me gustaría poner banda sonora a este post y darte las GRACIAS POR DEDICAR TU TIEMPO A LEERLO. Deseo que te guste:
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